Entrevistado en el programa Fuerte y Claro, el licenciado en Filosofía Miguel Pastorino, reflexionó sobre el fenómeno de la religión y la política en el Uruguay y la “caída” de los valores en occidente. “El actor político evangélico llegó para quedarse, no es una moda, es buena la diversidad pero también que sepan ubicarse donde están”, opinó. Escuche la entrevista.
Para Pastorino Uruguay sigue siendo, al día de hoy, “una singularidad en el continente, lo que pasa en otros países asusta más. Acá hay una tradición republicana y laica mucho más fuerte”.
Ocurre que “ha habido un cambio en el mapa religioso de América Latina. Desde 2014 se observa que las iglesias cristianas evangélicas en el continente aumentaron de manera exponencial”, explicó.
“Hubo un cambio además teológico en los movimientos neopentecostales, el cambio se da en relación a la política. Los pastores evangélicos pentecostales rechazaban la política pero desde hace unos años entendieron que si querían un cambio religioso con impacto tenían que estar en los lugares de influencia”.
Fue por eso que “empezaron por políticos, los empresarios, luego los medios y hasta los periodistas”, dijo Pastorino y agregó que el detalle está en que estas religiones “no tienen una mirada laica sobre lo político”.
“Ellos instrumentalizan lo político con fines religiosos. Si bien hay un discurso conservador en lo moral, en otros temas ellos no funcionan así”.
También ocurre que “no hay casamiento entre iglesias y partido político, acá en Uruguay eso solo aconteció con la iglesia del Pastor Márquez”, aclaró.
Razón
Pastorino explicó que en Uruguay “la confianza en las instituciones es alta y por tanto las iglesias están más atrás. En otros países las iglesias están mejor posicionadas con pastores con mayor incidencia”.
“Este tema replantea el debate sobre la laicidad, sobre el lugar de lo religioso en lo público. Muchas iglesias neopentecostales no saben entrar en el debate público” porque para hacerlo “deben manejar argumentos racionales que todos podamos discutir”.
“Hay una suerte de pensamiento mágico donde la Biblia debe adentrarse en el Parlamento y eso no es muy laico y la sociedad en general no lo comparte”, dijo.
“Otra cosa muy diferente es que un evangélico no tenga derecho a dar su opinión si maneja argumentos racionales. Si se debate desde la razón, no se debe etiquetar por su origen religioso”, indicó.
Llegó
Para el licenciado en Filosofía, se debe tener claro que en Uruguay “el actor político evangélico llegó para quedarse, no es una moda. Es bueno que haya diversidad pero es bueno que sepan ubicarse donde están”.
“Se investigó en América Latina que, salvo en Brasil, en el resto de los países no hay un voto evangélico. Ellos han vendido que si un político va a un estadio tienen esos votos asegurados, y eso en realidad no es así salvo alguna excepción”, comentó.
Nominal
En otro tramo de la entrevista, Pastorino indicó que “el catolicismo cultural no tiene muchas raíces donde pararse. En una sociedad plural como esta, donde hay gran relativismo de posturas, que a vos te hayan educado en una religión no asegura que perseveres en ella”.
“La sociedad cristiana se resquebrajo porque era una cáscara, pero otra cosa es que el cristianismo militante católico sigue igual, no ha disminuido. Los católicos reales no han descendido, han descendido los católicos nominales y eso es una pérdida de relevancia cultural del catolicismo”, cerró.