El estudio originalmente fue hecho para analizar si la delincuencia juvenil se podía asociar con las interacciones entre tres variantes genéticas comunes: MAOA, una enzima clave en el catabolismo de los neurotransmisores cerebrales; BDNF, que modula la plasticidad neuronal o la capacidad de nuestras células cerebrales para reorganizar las conexiones a lo largo de la vida y 5-HTTLPR, el gen transportador de la serotonina.
Según publica Muy Interesante, de la experiencia formaron parte 1.337 estudiantes de secundaria de entre 17 y 18 años. Todos ellos llenaron anonimamente una serie de cuestionarios.
Los resultados mostraron que las variantes de estos tres genes comunes interactuaron entre sí y los factores ambientales como el conflicto familiar o los abusos sexuales aumentaron la probabilidad de tener una conducta antisocial o delictiva.