La reciente reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos generó una serie de interrogantes sobre el futuro de las relaciones bilaterales con su vecino del norte, México. El análisis es de Alberto Scheneider.
Durante su primer mandato, Trump implementó políticas migratorias estrictas y promovió la construcción de un muro fronterizo, acciones que tensaron la relación entre ambos países.
Ahora, con su retorno al poder, surgen dudas sobre cómo estas dinámicas podrían evolucionar.
En su campaña, Trump reiteró su compromiso con medidas como la deportación masiva de inmigrantes indocumentados y la imposición de aranceles a productos mexicanos si no se controla el flujo migratorio desde Centroamérica.
Estas declaraciones generaron preocupación en diversos sectores de la sociedad mexicana, que temen un impacto negativo en la economía y en la seguridad nacional.
Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ya expresó su disposición a mantener una relación de cooperación con el Gobierno estadounidense.
En declaraciones recientes, Sheinbaum afirmó que "no hay motivo de preocupación" y destacó la fortaleza económica del país, prometiendo mantener un diálogo activo entre los empresarios de ambas naciones.
Sin embargo, diversos analistas, adviertieron que la victoria republicana podría afectar negativamente las exportaciones, la inversión y el crecimiento económico en México, aumentando el riesgo de una crisis si se imponen altos aranceles.