Bravo, el nieto 119 que recupera la organización Abuelas de Plaza de Mayo, contó su reencuentro en una conferencia de prensa con más risas que lágrimas junto a las activistas en Buenos Aires, horas después de conocer personalmente a su madre biológica que lo buscó sin cesar desde que fue liberada de una cárcel en 1976.
"Lloramos mucho, fueron 38 años de búsqueda. Escuchó mi llanto y ahora mi voz, después de 38 años", dijo Bravo sin quebrarse.
"Es un milagro haber encontrado a mi mamá con vida", repitió según informa AFP.
Al describir la reunión con su madre, quien prefirió no aparecer ante la prensa ni revelar su apellido, el hombre compartió que tras los abrazos ella le dijo que le habló sin pausa durante el embarazo.
"Me hablaba mucho por esos meses. Faltó un ratito nomás pero hizo lo más importante: buscarme", indicó. "Yo le dije que hizo muchísimo, me hizo nacer", contó agradecido con el presente y también con su pasado, del que aclaró no iba a renegar.
Sara, oriunda de Tucumán, provincia del norte argentino donde ocurrieron hechos de represión militar muy violentos previos a la dictadura, trabajaba en 1975 en un hotel y ya era madre de dos niñas, de 3 años y de un año.
"Cuando te encontrás con tu mamá ves la película de tu vida y pensás que te buscaban, que le faltaste a esa familia en estos años", dijo Mario Bravo, robusto y calvo, que lanzó la broma de que su madre "era tan hermosa" como él "pero con pelo".
El caso de Bravo es el sexto de hijos que recuperaron su identidad robada por el terrorismo de Estado y se reencontraron con sus padres biológicos.
"Bienvenido tío Mario"
Bravo tuvo dudas sobre su identidad desde muy chico, según reveló sin dar más detalles. La verdadera historia de su vida la conoció la semana pasada al cumplirse cuatro meses del fallecimiento de su madre de crianza.
Pero Sara, quien ya tenía dos hijas y tuvo cuatro hijos después, lo buscó siempre con el conocimiento de toda la familia, que desde la semana pasada lo invitaron a un grupo de Whatsapp formado por sus sobrinos llamado "Bienvenido tío Mario'".
"Me va a salir cara esta Navidad", bromeó al contar la numerosa familia que lo acompaña ahora.
"Hay que tener la confianza de que lo que viene es lindo, es hermoso", repitió varias veces.
En julio de 1975, al regresar del trabajo por la madrugada, Sara fue interceptada por un auto en la puerta de su vivienda, narró Estela de Carlotto, presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo.
"La llevaron a una comisaría, luego a la Jefatura de la Policía provincial y posteriormente a la Cárcel de Villa Urquiza (en Tucumán), en donde permaneció en calidad de detenida-desaparecida y dio a luz en cautiverio, en la misma cárcel, entre mayo y junio de 1976", agregó.
"El bebé le fue arrebatado inmediatamente por un enfermero y Sara jamás lo volvió a ver", leyó Carlotto.
La mujer fue liberada en noviembre de 1976 y aunque siempre lo buscó no fue sino hasta el año 2007 que su sangre fue ingresada al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) con la esperanza de dar con el paradero de su hijo.
A la par, el joven Mario, criado por una pareja en la provincia de Santa Fe, se animó recién en febrero de este año a presentarse en la filial de Abuelas de Rosario (norte de Buenos Aires). El 19 de noviembre le confirmaron que era hijo de Sara.
"A pesar de las condiciones extremas en las que lo gestó y alumbró, Sara siempre consideró como su hijo a ese bebé que le arrebataron, al que no llegó a conocer pero escuchó llorar segundos después de parir", dijo Carlotto al agregar que la madre lo "imaginó como un varón toda su vida".
La mayoría de los 119 nietos recuperados nació cuando su madre estaba en cautiverio en uno de los más de 500 centros clandestinos instalados en el país. Abuelas calcula en unos 500 los bebés que fueron robados.
En agosto de 2014, Carlotto encontró a su nieto, Ignacio Guido Montoya Carlotto en un caso que conmovió al mundo.
Fuente y foto: AFP