Suárez estaba lesionado y 24 horas antes el técnico Óscar Tabárez anunció que aún no estaba para jugar. Igualmente, desde el inicio del encuentro, sorprendió que el delantero del Barcelona se sentó en el banco de suplentes con la ropa de jugador (ante México no fue así).
Las expectativas de ver a Suárez en cancha crecieron cuando el futbolista comenzó a hacer movimientos precompetitivos durante el segundo tiempo. Pero, finalmente, el cuerpo técnico decidió no hacerlo jugar.
Al conocer esta decisión, Suárez explotó: tiró el chaleco, le recriminó a Mario Rebollo y hasta golpeó el acrílico del banco de suplentes.