Indescifrables códigos extraterrestres y épicos viajes fenicios son algunas de las múltiples conjeturas pero esos mitos pueden ser derribados por el arqueólogo chileno Gonzalo Pimentel, quien lleva años estudiando las formaciones.
Lejos de las explicaciones extraterrestres, Pimentel sostiene que el origen de esas "grandes proezas" se encuentra "mucho más relacionado con la naturaleza del hombre que lo que muchos otros quieren creer".
Según Pimentel, se trata de "un tipo de arte rupestre vinculado a las antiguas rutas caravaneras que los viajeros dejaban como impronta de su paso y su identidad".
Las figuras, realizadas principalmente en el primer milenio de nuestra era, miden entre 10 y 300 metros y se encuentran en medio millar de puntos entre las ciudades de Antofogasta y Arica, en pleno desierto de Atacama.
Las creaciones se obtenían "dibujando sobre el suelo, ya sea sacando las piedras superficiales oscuras para dejar a la vista la arena más clara o amontonándolas con el objetivo de generar un contraste que permite distinguir la figura del fondo", sostuvo experto al portal español 20 Minutos.
"Es posible que las figuras respondan también a sistemas de marcas o señaléticas alusivas a las rutas y desplazamientos", dijo el expero, porque su ubicación se encuentra siempre lejos de cualquier antigua localidad.
La mayor parte de estas figuras fueron realizadas a mediados del siglo XX, por lo que distan bastante de las teorías que hablan de creaciones extraterrestres o de la Civilización Fenicia.
Fuente: EFE