Los investigadores hicieron un análisis de la descendencia de las participantes del estudio (más de 116.000 enfermeras estadounidenses) para conseguir datos sobre las localizaciones donde estuvieron durante sus embarazos, así como los datos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU y de otras fuentes sobre los niveles de partículas finas de la contaminación atmosférica.
Según informa Muy Interesante, encontraron 245 niños que fueron diagnosticados con autismo y además eligieron un grupo de control de 1.522 niños sin TEA durante el período que duró el estudio.
Los científicos examinaron la relación entre la exposición a estos contaminantes del aire antes, durante y después del embarazo y pudieron observar que la exposicióna las partículas está asociada a un aumento significativo del autismo durante el embarazo, anotando que el tercer trimestre fue el período de mayor riesgo.