Los hoteles cápsula parecen ataúdes con wifi
25 octubre de 2012
Proliferan como los hongos en aeropuertos y estaciones de tren de todo el mundo. Los hoteles cápsula, una invención del saturado e histriónico Japón, se han colado en ciudades como Londres, Amsterdam o Nueva York. También en España. Y esta moda que empezó por necesidad y con estética turbadora es ahora un nuevo nicho, nunca mejor dicho, para el diseño y las últimas tecnologías.
El primer edificio cápsula fue seguramente el Nakagin Capsule Hotel Tower de Tokio. Fue diseñado por el arquitecto Kisho Kurokawa y su idea era que las cápsulas de este inquietante edificio fueran desmontables para su mantenimiento, algo que luego nunca sucedió desde su inauguración en 1972.
Desde el Nakagin, el concepto de la cápsula, aunque controvertido, se ha extendido por los cinco continentes. Existen más de 300 de estos hoteles en Japón. La mayoría son frecuentados por los trabajadores que debido a su nivel etílico han perdido el último tren a su casa.
También por desempleados que los alquilan por meses. Aunque existen también algunos modernísimos, como el 9 Hours de Kyoto, que aspiran incluso a tentar a viajeros de todo el mundo. Pese a estas excepciones, la mejor prueba de que han inspirado hoteles por todo el mundo está en los grandes aeropuertos internacionales.
Estos están pensados para echar una siesta en largas escalas o pérdidas de vuelos, pero no dejan de emular a latas para sardinas. Además, los hoteles cápsula de última generación están repletos de comodidades: televisiones planas, wifi de alta velocidad, iluminación LED, reloj despertador. Son micro habitaciones con alta tecnología y diseño vanguardista.