Según publica Infobae, en declaraciones a The Guardian, la mujer, de 41 años, se describe a sí misma como afro-sueca, y dice temer por el resurgimiento de los partidos de extrema derecha en Europa. "Fue un impulso. Estaba tan molesta que tuve que ir a la calle. ¡Aquí, no! No pueden hacer eso".
Los 300 uniformados neonazis no asustaron a la activista, aunque ahora reflexiona sobre lo que hizo y tiene sentimientos encontrados. "Están muy molestos, pienso que tal vez no debí hacerlo, quiero paz. Pero trato de mantenerme calmada", agregó.
"Tengo amigos que han sido atacados y tuvieron que mudarse. Yo misma he recibido llamadas de noche amenazadoras. Es vergonzoso que tengamos este problema. La policía dice que somos un país democrático y pueden marchar. ¡Pero son nazis!", indicó.