"Organizar y favorecer la inmigración no es un gasto, un costo, sino una inversión, porque en última instancia estas familias tendrán que pagar impuestos, consumir, contribuir a agrandar el mercado interno. Lo poco que podemos gastar hoy retorna con creces a mediano plazo porque así es el ciclo de la vida", comenzó explicando.
"En primer término no tenemos que ver esto como un gasto inútil, y no tendríamos que hacernos las preguntas de por qué ayudamos a otros teniendo pobres en el país, sin poder medir que en primer término estamos además no atendiendo a pobres sino a gente pobre que estaba en guerra", añadió.
"Este es un país construido por inmigrantes. Tenemos que pensar que esa solidaridad está unida a sentimientos que se atan por el lugar de origen, pero que no necesariamente son traspolables", sostuvo.
"Pobres hay muchos" pero estos son "pobres y con una guerra colosal, lejos de despejarse. Si el mundo no puede hacer nada para parar la guerra, al menos hay que mitigar el costo. Nos parece que estas son cosas de principios, que en el mediano plazo no tienen costo, sino que por el contrario, para un país envejecido, el contribuir a rejuvenecer su fuerza de trabajo es una forma de empujar hacia adelante, y esto hay que entenderlo".
"Es una conveniencia para el Uruguay mirando desde el punto de vista de la economía y la sociedad", agregó el mandatario el cual anunció que dos de las mujeres que llegaron están embarzadas, por lo que "los que van a nacer serán sirios uruguayos que establecerán raíces".
El presidente explicó que se trata de "gente de origen humilde, sin militancia política, con el árabe como lenguaje. No hay excusas para no poder hacer algo.
"Somos un país muy veterano. Nos falta gente joven por todas partes y lo vamos a sentir en el correr de los años venideros. Esto tiene su origen en la solidaridad, pero a la larga la solidaridad termina siendo el más espléndido negocio para una nación", sentenció.