Adriana Aristimuño, directora ejecutiva de Políticas Educativas de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y figura central en la Transformación Educativa impulsada por el gobierno uruguayo, presentó su renuncia al cargo que ocupó desde mayo de 2020. La salida de Aristimuño marca el cierre de un ciclo clave para el rediseño curricular que abarcó desde Educación Inicial hasta Bachillerato.
Según confirmó El País, la renuncia llega tras un intenso período en el que se implementaron profundas reformas, incluyendo la creación del Marco Curricular Nacional (MCN), nuevos programas educativos y un enfoque basado en competencias.
Este ambicioso proyecto generó tensiones con sindicatos docentes y sectores políticos, pero fue defendido por Aristimuño como un cambio necesario para modernizar el sistema educativo.
Fuentes cercanas a la especialista en políticas educativas señalaron que su salida responde a una planificación personal y no a desacuerdos con la dirección de ANEP.
Según indicaron, Aristimuño decidió jubilarse tras cumplir con el objetivo de dejar lista la reforma, cuya implementación completa está prevista para marzo de 2025.
Este paso también se atribuye al agotamiento acumulado por su intensa labor durante casi cinco años, que incluyó desafíos como la pandemia de COVID-19.
A fines de octubre, se aprobaron los nuevos programas para Bachillerato, culminando así un proceso que modificó enfoques pedagógicos, eliminó la repetición en ciertos grados y redefinió criterios de evaluación.
Según allegados a la exdirectora, Aristimuño considera que deja "todo en orden" y se va "satisfecha" con los cambios logrados, que calificó como "un antes y un después" en el sistema educativo.
Cuestionamientos
La reforma liderada por Aristimuño no estuvo exenta de críticas, sindicatos como Fenapes cuestionaron su enfoque en competencias y la rapidez de los cambios.
Sin embargo, en una entrevista brindada a El País en marzo, la exjerarca defendió el nuevo modelo educativo por su capacidad de transformar no solo los contenidos, sino también las dinámicas de aula y los sistemas de evaluación.
Con una trayectoria que incluye colaboraciones con organismos como el Banco Mundial, el BID y Unicef, además de su rol como docente en la Universidad Católica del Uruguay, Aristimuño deja un legado que promete seguir generando debate en los próximos años.
Su renuncia, más que un cierre, representa el comienzo de una etapa en la que la implementación de la reforma pondrá a prueba los cambios estructurales promovidos bajo su gestión.